martes, marzo 31

Luciana y Constanza


Me alegra darme cuenta que durante estos años evolucionó mi manera de fotografiar pero no cambió mi manera de ver. Mi manera de ver y mis ansias de buscar situaciones sinceras sigue estando allí. Lo que  cambió es que cada vez puedo ser más fiel a esos instantes y me siento segura de mi trabajo cuando veo el resultado en conjunto y descubro que todo lo que está allí, en esa imagen que capturé, comunica. Que todo el entorno está relacionado con las personas que aparecen en él porque no busco un entorno bonito, que finja un mensaje. Busco un entorno real, que sea importante para las personas que están siendo fotografiadas.

No me importa que las fotos sean lindas, quiero que sean de verdad.
Al fin y al cabo de algo parecido se trata vivir, no?

 Las fotografías que voy a mostrarles a continuación confirman una vez más el estilo que he elegido: capturar las cosas tal cual son, con la naturalidad de la vida.

 Cuentan una historia de amor entre madre e hija: Luciana y Constanza (Coccó).
Cuando decidimos donde hacer las fotografías a Luciana se le ocurrió que fuéramos a la casa de su padre, donde ella creció junto a sus 10 hermanos y donde Coccó también creció y compartió mucho con su abuelo. La casa estaba deshabitada pero como detenida en el tiempo. Llena de recuerdos.




 Estuvimos haciendo fotos en el taller del abuelo Rafael, en el patio de la casa donde Coccó creció y en la vereda de esa casa donde jugó de pequeña. Después recorrimos el ferrocarril y algunas de las calles de su infancia.































Siempre recalco la importancia de las fotografías verdaderas y de los recuerdos que nos evocarán al mirarlas en el futuro y en esta situación volví a comprobarlo. Unos días después de hacer estas fotos el abuelo Rafa falleció.
Estas fotografías se transformaron para mí en sentimientos de sumo respeto hacia mi amiga Luciana y hacia su hija que adro, porque puedo sentir que para ellas serán un tesoro que las acompañará siempre.

Hoy Constanza es una hermosa mujer que brilla y contagia alegría. Es el resultado del amor, del esfuerzo y del ejemplo de su mamá, para quién Coccó seguirá siendo todos los días de su vida su mayor tesoro.

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